EL SENTIR POÉTICO DE TULIA MARÍA ÁLVAREZ DE CERÓN
Por
J. Mauricio Chaves-Bustos
LA POETA MARÍA ÁLVAREZ DE CERÓN, nos vuelve a sorprender con sus palabras poéticas, en un ir y venir sintiente que nos pone en situación con el Mundo. Ya en Regalos de la vida (1999) y en Versos de otoño (2005) habíamos sentido la experiencia de una temática que nos vuelve la mirada a lo primigenio, a lo original; madre y maestra, al fin y al cabo, pareciera que su misión es mostrarnos el aquí y el ahora, pero concatenado con el antes, con el pretérito que se vuelve memoria en expresiones sencillas, pero con la profundidad propia de la mujer sabia, la mujer vertida en experiencia de vida cuando se detiene a contemplar el camino recorrido, en un vistazo de vuelta de cabeza frente a una vida que sigue su marcha. Es la experiencia del eterno retorno a la palabra germinal, a la tierra, a lo ancestral, pero tejido mágicamente en la expresión de un hoy continuo, de una contemporaneidad que exige cordura e inteligencia.
En su expresión poética hay sabiduría vivida y compartida, es el compromiso del poeta que siente el eco de la palabra que le reclama verterla en el papel, por eso, antes que todo, se siente la voz súbita del poeta que siente que ha entrado en una especie de estado de trance, donde la mano es dirigida por algo o alguien que no se puede explicitar, pero que se vuelven poemas, versos, palabras vivas en tono poético:
Debe ser la palabra de dulce sabor
y llenar de placidez la boca
y al expresar de la mente las ideas
ha de brotar cristalina y deleitosa.
Y la poeta nariñense así lo experimenta, y quiere hacérnoslo saber. Ahí su papel de maestra, de guía antes que de conductora, porque ya hecha palabra la expresión poética, debe ser compartida, ir libre hacia la diáspora donde confluye todo lo sintiente y lo racional. No es la sola razón ni el puro sentimiento en casas separadas, es la confluencia de la experiencia vital, del conocimiento aprendido y razonado, es el sueño y la realidad, todo, todo, confluyendo en el delta de la poesía. Tulia María se vuelve entonces peregrina, es un viajar constante del alma que busca, en los rincones del universo y en los espacios amplios de la vida, el libro de la historia, no en marcaciones racionales saturadas de fechas y datos, sino en la de la experiencia cotidiana, en la pulsión de lo diario que se experimenta con quienes la rodean: sus hijos, su esposo, sus nietos, sus alumnos..., las flores, las nubes, sus papeles..., sus canas, sus ensueños, sus suspiros, sus amores y desamores... La vida, la vida que es y será, la que no se detiene. La poeta nos canta la pulsión poética, y nos la quiere permanentemente compartir:
Seguir escribiendo es trazar un sendero,
encender la antorcha que no apaga el viento,
alcanzar el lucero que va refulgiendo
y legar a otros nuestros sentimientos.
La modernidad nos quiso a acostumbrar a un distanciamiento entre lo sintiente-viviente y a lo racional-intelectual. Lo complejo cobró fuerza en detrimento de lo simple. La razón y la pulsión separadas, forjaron individuos que fueron sujetos o espíritus sueltos. Hoy, cuando el hombre se siente llamado a unir nuevamente pulsión y razón, sentimiento y saber, es cuando la expresión poética de TULIA MARÍA se vuelve más vigente y necesaria que nunca, ya que en su palabra hay una detención equilibrada entre lo que conforma la totalidad del hombre. Con un lenguaje sencillo, la poeta logra amalgamar con su voz el conjunto de esos elementos que nos conforman y forman como seres en el tiempo, dueños de una herencia y de un legado que no podemos desconocer. Esas voces sosegadas, esas experiencias poéticas que surgen sin las artificialidades de las falsas expectaciones, son las que se vuelven cántaros donde mora la memoria, a ellos hay que volver para saber quiénes somos, de dónde venimos, su poesía permite alimentarnos nuevamente de nuestra esencia.
En la experiencia de vida de TULIA MARIA, en su expresión poética en sus tres libros y en los no publicados, en su trabajo comprometido como maestra, en su expectación como madre, abuela, esposa, hija, ahí es donde habita su poesía, ha hecho de la palabra su hábitat, por eso podemos sumarnos como lectores a esa experiencia, volverla nuestra, permitir, como ella, que la palabra habite con nosotros, hacer de la poesía nuestra morada:
Todos vamos al horizonte legendario,
edén precioso con verdes siemprevivas.
Llevemos la antorcha del corazón siempre encendida
con el amor, la fe, la compasión y la poesía.
Hay que tomar el testigo, formar parte del eterno retorno, sentir que somos también la palabra, y que existe la necesidad, como lo siente nuestra amiga poeta, de compartirla, de abrir las puertas de la casa y permitir que habite la poesía.
1 comentario:
Un abrazo a la señora Tulia María. Felicitaciones por su nuevo poemario. Para mi esposa, mis hijos, mis suegros y cuñados es un motivo de gran alegría la noticia de su nueva cosecha de hermosas poesías, sentidas y vividas en el otoño de una vida digna, transparente y lúcida. Mi esposa gusta de la poesía gracias al carisma de su abuela Tulia María, lo mismo que la motivación por aprender a leer y a escribir de mis hijos dada en buena parte por el ejemplo de su bisabuela. Dios la colme de bendiciones a tan querida nariñense que son su pluma nos hace vibrar el espíritu.
Dios mediante esperamos acompañar el lanzamiento del libro.
Un fuerte abrazo de feliz año y muchas felicidades.
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